Cuando Iris & Rober me contactaron para que fuera su fotógrafa de bodas, supe al instante que saldría algo precioso de allí. No solo porque la boda se haría en el Castillo de Cullera y en Vallesa de Mandor, si no por toda la sencillez y ternura que desprendían. Ellos tienen algo que valoro mucho en las personas, autenticidad y luz.
Quizá uno de los miedos más recurrentes en todas las novias es el tiempo, sobre todo si está todo organizado para exterior y hay mucha decoración floral, pero cuando llega el día lo único que importa es disfrutar con toda la gente que os rodea y os quiere, después de todo es lo más importante.Para eso es vital aprender a confiar en vuestros proveedores, en este caso el equipo de Vallesa de Mandor liderado por Miguel, lo hicieron espectacular, siempre preparados para cualquier cambio de tiempo.Y es que, aunque al salir de casa de Iris a la iglesia comenzara a llover, al salir de ella el tiempo nos tenía preparado un regalazo, un sol y una luz preciosa.
La decoración florar fue una de las grandes protagonistas de esta boda de estilo clásico, con toques románticos
Sin duda, si hay algo que vais a ver en todas las fotografías es lo mucho que disfrutaron ese día, repletos de momentos de sonrisas cómplices con amigos, detalles a sus invitados y sobre todo, mucho amor.
También quisieron autoregalarse una sesión de postboda más desenfadada en el Garbí
Además, ¡he tenido la suerte de poder seguir contando su historia ahora que son papás!